todos los asuntos que se pueden vivir en el lugar más loco de santiago
Veníamos de vuelta, tardecita, más de lo normal, como siempre será al vuelta de la Zona. Con Toti y las demás chicas. Sebastián quedó atrás y no alcanzó a bajar la escalera. Dos niñas quedaron en el andén, no sabiendo si esperar a Seba o irse con nosotras. Con gritos de miedo por vacilar entre subir o no al vagón, finalmente quedaron abajo con el atrasado. Las puertas se cerraron.
Desde adentro, un grupo de tipos se reian con nosotros por el chiste fugaz.
Se despertó a la audiencia.
Hicieron que la gente sonriera.
Gran atmósfera.
Iba en el metro con mi hermana y una señora se afirmó del fierro. Su mano quedó casi frente a mi cara y vi que tenía un pedazo de cuero saliendo por el lado de su uña. Me dieron ganas de sacárselo y a eso iba cuando mi hermana me apartó el brazo gritando 'No!'.
El Metro en Cien Palabras.
Me tocó bajar detrás de un curado hoy. Cuando recién lo vi por atrás y lo vi tambaleando, dije: 'qué onda?, es cojo o anda ebrio?'. Y la gente lo esquivaba, yo también, lo adelanté pues, estaba atrasada. (que novedad).
Faltó que eruptara con entusiasmo (esa palabra me la pegó el tio Seba), aunque ya tenía hedor a resaca. Pero de esas resacas de carrete mensual, día tras día sin parar.
Era un tipo cuarentón. Andaba con parca, yo creo que en la fecha que salió de su casa debía hacer frío. Hace días ya que andamos cerca de los veinte grados.
Habría sido gracioso verlo caminar como el che copete, pero mi paso veloz y mi mala costumbre de jamás mirar hacia atrás mientras camino, no me dejó ver qué pasaba con el tipo después del último escalón.
Se habrá caído a los rieles?